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Tradiciones y costumbres como elementos configuradores de nuestro Ile Orisha

    Autor: Prof. Argisay Molina (Bambinu) Olo Oshun www.yorubauniversal.blogspot.com argisay22@gmail.com Facebook: Arabambi Kawo / Yoruba Universal Instagram: Yoruba_Universal Hay una reflexión de carácter urgente en este momento histórico en torno a las tradiciones y costumbres, aunque pareciera un tema de respuesta tácitas debemos analizarlo a profundidad para poder entender ese fenómeno que denominamos “Casa de Santo” o “Ile Osha”. Debido al auge de los diversos tratados post años 60 se ha generado un fenómeno de estudio y practica que perdió su ancla natural, esta ancla natural era la orientación de un mayor que aprendió de otros mayores, básicamente la enseñanza oral. Aunque no lo veamos directamente debemos comprender que el proceso educativo, de trasmisión de secretos, costumbres y tradiciones es la piedra angular del proceso de enseñanza, en este proceso es que se trasfieren, se comparten, se viven y se practican las tradiciones y costumbres entre los Oloshas mayores y los ma

Historia de Ayan en Venezuela.





Autor: Omar Olivero
Olo obatala
Awo ni Orunmila Osa Irosun
Omo Odù
Lerí Aña


Dentro del ritual legado por los mayores afrocubanos, el toque Añá constituye una de las disciplinas de mayor exigencia y compromiso para los hombres que logramos acceder a su sacerdocio. Desde Añabí y Atandá, los primeros constructores de tambores de América, un aura de secreto y misticismo ha rodeado al mundo de estos bimembranófonos, conocidos en su forma profana y genérica como batá. Es a mediados de los años 70, cuando por influencia de grupos como Irakere (Misa Negra) y el Grupo Folklórico y Experimental Neoyorquino (Conceptos en Unidad), el sonido del batá se deja escuchar fuera del contexto religioso en América Latina.

Hacia esos días, el desaparecido Jesús “Chú” Quintero, Felipe “Mandingo” Rengifo y Faride Mijares, realizan un primer trabajo lleno de detalles y omisiones, pero que marcaría el inicio del camino del batá en suelo venezolano y cuyo testimonio grabado quedó en el primer disco del grupo “Madera”.


Posteriormente a esta experiencia y ya en la década de los 80, Orlando Poleo, Faride Mijares y yo, Omar Olivero, establecimos mediante información obtenida de percusionistas boricuas llegados al país, un primer Oro seco u Oru de Ibogdu, el cual complementamos con partituras tomadas del libro de Fernando Ortiz “La Africanía de la Música Folklórica de Cuba”. El oficio dentro de la percusión de origen afro congo, no era suficiente para cada uno de nosotros, el batá exigía mucho más y el esfuerzo individual para lograr este aporte fue enorme. Los tres trabajamos en los toques y me dediqué también a la lectura e interpretación de las partituras. De esta manera se inició un sistema organizado, el primero en nuestro país, para tocarle a los orishas con las moyugbas y respuestas rítmicas que pertenecen a la antigua tradición. La información brindada por músicos puertorriqueños como Ángel “Cachete” Maldonado, José “Colora’o” Ramírez y Anthony Carrillo, entre otros, fue esencial para lograr esta primera piedra en la colosal estructura cuyas dimensiones estábamos muy lejos aún de imaginar.

Este grupo pionero se convierte en taller en una pequeña casa en Sarría y en ella inició su formación una segunda generación de tamboreros que hoy hacen historia: Miguel “Miguito” Urbina, Benigno Medina, William Hernández, Johnny Rudas, Rafael Molina y Alberto Quintero.

A mediados de esa década, la Iyalosha cubana residenciada en Venezuela Virginia Borroto “Obbá Kobbí”, contrata a Orlando Ríos “Puntilla” quien viene de New York junto con el conocido Akpwon Máximo Texidor a dar toque a los Orishas, haciéndose la primera presentación de sacerdotes aquí en Venezuela. Más o menos en esos días, se residencian en el país dos juegos de tambores que habrían de marcar hito y servirían para completar la formación de quienes hoy somos Lerí Añá, Akpwones y Agbeguíes (artesanos constructores), en este complejo pero hermoso sacerdocio. Estos tambores fueron Añá Ilú Addé, de Onelio Scull Aguilera y Añá Ayé Addé, del ya fallecido Oluwo Lázaro Benigno “Johnny” Angarica, nacidos de la casa del Oluwo Mario Marino “Papo” Angarica.


1er tambor de Fundamento en Venezuela
Año: 1986
Juan “El negro” Raymat
Orlando “Puntilla” Rios
Kenneth “Skip (Brinquito)” Burney
Maximo Texidor
Este video es parte de “The bearers of sacred sound: Ritual musicians of Miami Project” este proyecto de investigación es de la autoría de Vicky Jassey, el video le fue facilitado a la autora por Juan “El negro” Raymat. Como sabemos Vicky Jassey es una investigadora y gran músico del tambor bata.





Un evento que aún se conserva en la memoria de la generación fundadora y que despierta interés histórico en los nuevos tamboreros fue uno ocurrido en 1993 en el café del Ateneo de Caracas, en donde tuvo lugar el primer tambor doble tocado en Venezuela. El toque fue protagonizado por tamboreros locales y cubanos entre los que destacan Melian Gali y Esteban Vega “Chachá”, recientemente fallecido.

Definitivamente entre 1980 y 1995, la historia que en Cuba ya tenía más de 150 años de tradición, en Venezuela se desarrolla y alcanza su plenitud. Una madurez obligada lograda a fuerza de intentos, fallas y éxitos, que hoy, en el 2007 coloca a muchos tamboreros venezolanos como referencia obligatoria en el estudio y difusión de Añá en el mundo.

Primeros Añá y Omo Alaña de Venezuela


Los primeros Añá de Venezuela nacen el 19 de Diciembre de 1995, de la mano de Mario Marino “Papo” Angarica. Aunque su ceremonia fue realizada el mismo día, el mayor de ellos fue “Añá Bi Lerí”, entregado a Mario “Marito” Abreu, Omo Oddun Otura Sa y el segundo fue “Aña Okan Ilú”, entregado a Ricardo Riera, Omó Asojano “Asoyí Ewé”.

El primero de estos tambores estuvo muy activo en suelo local, pero destinado esencialmente a actividades de consagración y fundamento, hasta que fue enviado a Cuba. Por su parte “Añá Okan Ilú”, se ha mantenido activo en eventos musicales y otros puramente ceremoniales, y de él nacieron dos tambores más, uno entregado a mí, “Añá Ilú Ayé” y el otro “Añá Isupo Irawo” del mismo Ricardo Riera “Asoyí Ewé”.

Por su parte, la lista de Omo Alaña venezolanos, la encabeza el Oriaté Nelson Madrid, Obbá Okán, quien si bien no se juró en el país, fue el primer venezolano que recibió la ceremonia. Junto con los nombres ya mencionados, es importante añadir los de Fidel González, Tomás Abel Fajardo, los hermanos Williams y Douglas Mora, José Luís Mendoza y Felipe Blanco entre otros. Asimismo, aunque no jurado en el país, es necesario mencionar el aporte importantísimo del cubano Rafael Damián Comas “Cacho”, quien ha contribuido a la formación de muchos Omo Alaña locales, entre otras la mía, despejando muchas de las dudas que permanecían en el aún recién articulado repertorio, en lo tocante a técnicas y patrones de ejecución. ¡Salud, maestro!

Evidentemente en esta historia se entremezclan aquellos juegos de tambores que pertenecen a Lerí Añá venezolanos que fueron entregados en Cuba, pero igualmente constituyen pilares fundamentales en la tradición local. Entre ellos mencionamos al de Miguel Urbina “Añá Okan Irawo”, consagrado por Papo Angarica, el de Benigno Medina, fundamentado por el lamentablemente desaparecido Regino Jiménez, Aña Bi de Faride Mijares consagrado por Angel Bolaños, este último considerado otra de las cabezas más importantes de Añá, tanto en Cuba como en Venezuela.


Uno de los datos que también debe destacarse, corresponde a mediados de la década del noventa y es la presencia del maestro Pedro “Aspirina” Valdés, cuyo aporte también fue esencial en la formación de tamboreros tanto en Caracas como en el interior, específicamente en el estado Carabobo. A pesar de que el maestro “Aspirina” está en Cuba, en Valencia reside su más viejo juego de tambores “Añá Alabara”, en casa del Oluwo José “Pepe” Peña, Ogbe Che. Este juego, a pesar de su antigüedad, permanece activo hasta hoy, hallando renovados bríos en manos de los tamboreros locales.

La historia continúa




Actualmente la lista está integrada por gente más joven que si bien no participó de esa primera experiencia fundadora, son herederos de la tradición ya sea como Lerí Añá o como ejecutantes. Entre ellos se pueden mencionar nombres como: Luis Díaz Omo Oddun “Ogbe Ka”, Javier Peña Oriaté “Olufandei”, Richard Parada, Ifé Mijares, los hermanos Ricardo, José y Erick Blanco, Ricardo Hernández, Maurice Melo, Robin Riera, Andy Sánchez, José “Niño” Madera y muchos otros, a quienes no conozco personalmente y pido disculpas por no mencionarlos pero doy fe de un trabajo impecable y bien logrado en pro de la conservación de la tradición Añá.

Hay también otros juegos de tambores pero su función esencial es ceremonial antes que pública, tales son los casos de los que pertenecen a los Oluwos Wladimir Oropeza Omo Oddun “Irete Entelú”, Héctor Pulido “Kiko” Omo Oddun “Oggunda Bioddé”, José Hidalgo Omo Oddun “Edibere” y Cris Javier Filibert Omo Oddun “Oggunda Kuanayé”, entre otros.
Respecto de la influencia alcanzada por los Omó Alaña locales, se debe mencionar la juración de un tamborero de origen francés, Mattheu Preudhomme, Alá Aggayú “Omó Olorun”, quien recibe Osha de su madrina Ayabba Oriaté Gladys Quiroga Delgado, “Omi Toké” y posteriormente se jura en Añá con Papo Angarica en el tambor de Ricardo Riera, “Añá Okan Ilú”. Mattheu recibió sus primeras lecciones de Batá con Orlando Poleo en París y vino expresamente a Venezuela a ampliar su conocimiento y a adquirir consagración.
Hay también dos Omo Alaña nacidos en Venezuela, Jesús “Chuíto” Quintero, hijo del desaparecido “Chú” Quintero y Gustavo Ovalles, quienes actualmente son figuras destacadas en los ambientes musicales de Estados Unidos y Europa.

Igualmente, es importante mencionar la presencia femenina en el canto akpwon, en cuya labor destacan Enlay Mijares y Damary Peña, hija de Faride Mijares y hermana de Javier y José Peña respectivamente, quienes han dedicado tiempo y enorme esfuerzo pese a las limitaciones que impone Añá en cuanto a la cercanía con las mujeres. Para quienes no lo saben, la mujer no comparte la mesa de los Omo Alaña, no viaja en el mismo automóvil en donde viaja el tambor, no se coloca detrás del mismo, y tampoco se sienta cerca cuando Añá está fuera de sus fundas. Por tanto, ellas han tenido que adaptarse a comer a veces de pie, otras a conducir distancias largas para llegar al lugar del tambor y en múltiples oportunidades han tenido que aceptar actitudes poco respetuosas de quienes desconocen la labor de otras mujeres que hicieron historia en Añá. Entre esas mujeres están Nieves Fresneda, Amelita Pedroso, Mercedita Valdés y Marta Galarraga, entre otras.

Añá sigue creciendo. Cada vez es mayor el interés de los percusionistas y sacerdotes en general por lo que el número de juegos de tambores residentes en el país es impreciso y creciente. La preocupación, la diligencia y acuciosidad de los ejecutantes nacionales eleva el nombre de Venezuela a un lugar de capital importancia, casi a la par de nuestra madre religiosa Cuba.

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