Por: Mario Trujillo
Escritor, Investigador y Bibliotecólogo, UCV
Si existe un enemigo verdaderamente dañino y pernicioso para los Eniyan (Seres Humanos), si existe algo de lo que debemos liberarnos urgentemente, eso se llama Ego.
El Ego siempre logra confundirnos y hacernos creer que nuestras convicciones, creencias, costumbres, apetencias, sentimientos, gustos y hasta posesiones materiales constituyen la verdad. Sin embargo, no es así, nuestras creencias y convicciones más apegadas son apenas creaciones de nuestro Ego y por tanto no son verdaderas, no son eternas, ni son esenciales.
La verdad absoluta del ser es Ori porque él es parte “INDISOLUBLE” de Olodumare y en él reside toda su divinidad. Ori es la esencia verdadera y eterna del ser.
No obstante, algunos pocos han descrito a Ori como una unidad desconectada de su origen (OLODUMARE), desprovista de direccionalidad (al no recordar su misión) y sin poder suficiente para enfrentar al mundo. Ellos despojan a Orí de su magnificencia porque lo perciben desde la separación y no desde la unidad. Ciertos teóricos, influidos por las concepciones judeocristianas acerca del alma o del espíritu humano, no han entendido que Ori es otra cosa y que debe ser concebido como parte componente y conectada a un todo y que su triunfo o fracaso en el plano físico está íntimamente relacionado a la conexión que los seres humanos establezcan con su punto de origen que es Olodumare.
En la medida en que una persona se mantiene conectada al creador y actúa con santidad (Iwa Pele), su realidad física se purifica (Actúa bien y te irá bien).
El Ego por el contrario es una creación alternativa de la mente que va creciendo y alimentándose a partir de nuestra interacción con el mundo exterior o con aquello que nuestros limitados sentidos nos muestran como La Realidad. Durante el transcurrir de nuestras vidas, como producto de nuestra relación perceptiva del mundo, vamos fortaleciendo nuestras creencias y convicciones de tal manera que aceptamos sólo lo que las confirma y rechazamos todo lo que las niega.
En ese proceso de retroalimentación psíquica, aquellas ideas que aceptamos se van atrincherando y adhiriendo como una hiedra a nuestra mente y terminan mostrándose a menudo como parte de lo que denominamos “personalidad”, que no es más que un complejo de conductas psicosociales creadas y alimentadas por el Ego y desde donde él se asegura de que no logremos destruirlo, pues, aquellas ideas rechazadas también serán almacenadas y utilizadas como referencia de lo que creemos que no somos, o de lo que creemos que es nuestra contraparte.
Por eso, las cosas que odiamos de otras personas son precisamente aquellas que debemos superar dentro de nosotros mismos. Esa es la señal inequívoca de que el Ego siempre maneja la realidad de una manera convenientemente errática.
Las relaciones egoístas en la sociedad moderna casi siempre nos impulsan a creer en la separación, a sentirnos autosuficientes o independientes y a negar nuestra unicidad con Olodumare, pero cuando nos dejamos llevar por esa sensación de separación, quedamos “aparentemente desconectados” de nuestra fuente matriz que es Olodumare. Siendo así, terminamos confundidos, creyendo que las convicciones o creencias del Ego constituyen nuestro Ori o nuestra esencia, y entonces, llegamos a defenderlas con tal vehemencia, que en algunos casos esa lucha termina traduciéndose en violencia física.
Con el transcurrir del tiempo, el ego adquiere vida propia, pues casi siempre dejamos que nuestra mente navegue con el piloto automático. Pero el Ego sabe que es una creación de nuestra mente y sabe que si logramos separarlo definitivamente de ella, automáticamente él dejará de existir, por eso, para sobrevivir, trata de asegurarse de que nunca lo identifiquemos y de que lo confundamos con nuestro “Yo Verdadero”, así jamás podremos desecharlo.
Aunque es muy difícil de identificar, es sumamente fácil de destruir ya que está constituido sólo por pensamientos etéreos que al ser negados e ignorados por nuestra mente, dejan automáticamente de controlar nuestra personalidad, dejan de existir y de hacernos daño. De hecho, los más extremos contrincantes y enemigos del ego señalan que negar su existencia es el mejor método para anularlo. Practicar el desapego es una de las terapias más efectivas para desaferrarnos de ciertos pensamientos tóxicos que han controlado nuestras vidas durante mucho tiempo.
Es muy corriente ver en tiempo real y por redes sociales como las personas hacen despliegues virtuales de egolatría para posicionar sus creencias y sus convicciones personales o grupales. Por lo general siempre caen en ofensas, destrucción de la moral y desprestigio de otros. No obstante, dicho daño moral difícilmente tenga reparo, pues después que se daña la moral de una persona, es muy difícil repararla, de la misma manera como no se pueden recoger los polvos de cascarilla después que han sido esparcidos por el viento.
Olorun Wagbe`o
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