Por: Mario Trujillo
De acuerdo a los académicos, la Diáspora “Es una dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que se encuentran repartidos por el mundo”. Esa terminología es aplicada principalmente a los pueblos Judíos que fueron dispersados como producto de distintas invasiones que acontecieron en Israel durante la antigüedad. También se utiliza el término para referirse a los sobrevivientes de la Hecatombe esclavista que dispersó buena parte de la población africana durante varios siglos.
En el caso de los yorubas, el concepto generalizado es que todos los descendientes de los pueblos yorubas, sobre todo los practicantes de sus religiones y los herederos de su forma de vida, todos aquellos que estamos desperdigados sobre el planeta como consecuencia de la trata negrera y de las subsecuentes migraciones humanas, somos considerados "Diáspora Yoruba".
Eso supone que dicho conglomerado de seres, no importando el sitio donde se encuentren, son participantes de la cultura yoruba, inclusive aquellos que no tengan descendencia africana, ni posean nuestro tan característico color de piel. Siendo así, todos los practicantes de la regla de la Osha Afrocubana somos parte de la diáspora yoruba en las américas. Esa es una definición académica que lo que pretende es definir el origen y la empatía entre elementos de una misma cultura. Definirlo de otra manera sería negar las raíces antropológicas y culturales que nos preceden.
Es curioso que algunos, quizás animados por el sentido de competencia y las notables diferencias litúrgicas que pudiera haber entre las diversas vertientes religiosas que coexisten en la diáspora, intenten obviar un concepto tan básico para desprenderse de él con argumentos separatistas que pudieran ser más lamentables de lo que nos imaginamos. A lo sumo, mirarnos como extraños no es una buena opción.
Les pongo un ejemplo: Los "Beta Israel" son judíos de Etiopia, ellos son Negros, pero sus raíces judaicas se remontan a la época en que el imperio babilónico destruyó el primer templo de Israel. Una versión cuenta que ellos son descendientes de una diáspora judía que llegó a Etiopia huyendo de la invasión babilónica, que algunos terminaron mezclándose con los nativos etíopes y que otros son nativos etíopes que se convirtieron al judaísmo por aquellos antiguos tiempos. Estamos hablando de que la invasión babilónica y la destrucción del primer templo en Jerusalén ocurrieron aproximadamente en el año 587 a.C. lo que les endosa a los Beta Israel por lo menos unos 2.600 años de cultura judaica.
La otra versión dice que los Beta Israel son descendientes de Menelik I, un hijo habido entre el rey Salomón y la reina de Saba (Imperio Aksun que estaba compuesto por Yemen, Etiopía y Eritrea). Esta última versión ubica el origen de la tradición de los Beta Israel en los tiempos en que Salomón estaba vivo, pues dicen que él vivió más de cien años, y fue él precisamente quien construyó el primer Templo de Israel. Eso implicaría que los Beta Israel tienen más de tres mil años de tradición judaica.
Son obvias las diferencias antropomórficas y litúrgicas que existen entre esa diáspora negra y los judíos tradicionales, pero aún así, a pesar de las profundas raíces racistas de la cultura judía, y a pesar de lo mucho que les costó, ellos, los "Beta Israel", han sido aceptados por el resto de la comunidad judía.
Pero resulta que ahora algunos en la diáspora yoruba queremos dejar de ser yorubas para definirnos de otra manera, eso es lo que se denomina ENDORASCISMO, que es un complejo que nos impide aceptarnos tal como somos y nos propone convertirnos en lo que NO SOMOS. A veces ese complejo de inferioridad se esconde bajo la coraza de una supuesta superioridad que nos infla el ego y nos desvía de la senda correcta.
Reconozco que quizás el mensaje de este artículo sea muy crudo y difícil de digerir. Me disculpo por adelantado ante los amigos que se pudieran sentir ofendidos, pero he percibido que hay quienes intentan confundir con argucias metodológicas la verdadera esencia de nuestro misticismo.
Esta autocrítica debe servir para preguntarnos cómo vemos a nuestra religión, cual es la verdadera filosofía de las liturgias yorubas y cuál es el objetivo final de su misticismo. Iwa Pele está por encima de los métodos y se adentra más en el sendero de la conciencia. Este artículo es una reflexión que debería servir también para ver a la diáspora como un conglomerado de hermanos y no de competidores ni contrincantes. Debemos vernos como una gran masa mucho más grande y bella de lo que la segmentación y el oscurantismo nos proponen.
Olorun wa'gbe O!
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